"Celebrar el día del Buen Pastor es celebrar una casa de la misericordia" Sacerdotes al estilo del Buen Pastor, Jesús

Celebrar el día del ‘Buen Pastor’; es celebrar una casa de la misericordia, donde los pecadores no encuentran reproche, excomunión, dureza, sino acogida y perdón (San Romero de América). El pastoreo era esencial para el estilo de vida seminómada, característico de muchos clanes y tribus de los tiempos bíblicos. Muchos personajes de la Biblia eran pastores: Abel (Gn 42), Abraham (Gn 13, 7) Isaac (Gn 26, 20), Jacob y sus hijos (en especial José, Gn 30, 36; 46, 32), Labán (y su hija Raquel, Gn 29 9), Moisés (Ex 3 1) y David (1 Sam 16, 11). El pastor era una vocación para fortalecer la disciplina. 

“El Señor es mi Pastor” (Sal 23, 1) es la frase más conocida y amplia en toda la Biblia. Esto sucede a pesar de que la mayoría de las personas de áreas urbanas jamás han visto una manada de ovejas y menos a un pastor que las guíe. Tal es la imagen que tiene la figura del pastor en la Sagrada Escritura.  

La labor del pastor no era fácil, su vida solía ser silenciosa, solitaria y en ocasiones peligrosa, todo dependía del redil y de los errores en su trabajo, lo podrían llevar a perder la vida “el Buen Pastor es el que da la vida por las ovejas” (Jn 10, 11), por eso, cuando se pierde una oveja va en búsqueda de ella y se alegra cuando la encuentra (Lc 15, 4 -6). El pastor sacaba a las ovejas de la chambrana para buscar comida, ya que, los terrenos eran escasos de pastos, áridos. Los instrumentos que portaba un pastor era un cayado (vara), una bolsa de cuero para llevar provisiones: lazo, algún ungüento para curar heridas y comida, como podemos evidenciar en el caso de David, la honda (Cfr. 1 Sam 17, 34 -40) para espantar a las fieras que lo atacaran a él, o a las ovejas que tenía bajo su cuidado. 

Los profetas del Antiguo Testamento condenaban a los pastores que egoístamente se alimentaban y dejaban de lado su rebaño (Jer 10, 21; 23, 1-4, Zac 10, 2-3; 11, 16-17). 

Siguiendo un análisis de un texto navideño de Monseñor Helder Cámara hace alusión a “los pastores como las escorias del pueblo” aquellos que se les anuncia el nacimiento del Mesías, Salvador y Señor. Los pastores eran consideras las escorias del pueblo porque tenían que sacar las ovejas del redil para la sobrevivencia de estas, pero al salir de allí, las ovejas dañaban los cultivos de los agricultores ya fuese que lo pisaban o lo mascaban, se tomaban el agua que estaban en los depósitos, hacían sus necesidades y en muchas ocasiones el pastor no se daba cuenta. 

Jesús se autodenomina el ‘Buen Pastor’ describiendo así su actividad con los que el Padre le ha encomendado “la voluntad del que me envió es que no pierda Yo nada de cuanto Él me ha dado” (Jn 6, 39) Jesús no es un pastor más, sino el modelo, el verdadero, y la característica del pastor es dar la vida por los suyos “nadie puede tener amor más grande que dar la vida por sus amigos” (Jn 15, 13). Quien no ama hasta dar la vida no es pastor, lo deja en evidencia Jesús, cuando le pregunta tres veces a Pedro: ¿me amas? A la respuesta afirmativa de Pedro, Jesús pide: pastorear, apacentar las ovejas. 

El pastor conoce a las ovejas y las ovejas reconocen su voz (Cfr. Jn 10, 27 - 30), la palabra conozco se usa aquí para denotar esa relación de amor (Cfr. Gn 4,1; 17, 25; 19, 8; 24, 16). Por esta misma razón, darse es comunicar vida; vida en plenitud. La vida solo la comunica el amor, que es don de sí a los demás. El máximo don de sí es su comunicación plena.

"Al buen pastor se le encomienda el octavo sacramento: administrar la voz del pueblo, escuchar el alarido de las ovejas (Pedro Casaldáliga)"

Es la invitación del Papa Francisco que hace a los sacerdotes que sean “pastores con olor a oveja, pastores en medio de su rebaño” que vayan a las periferias donde hay sufrimientos, así como lo hacía Jesús, que iba al encuentro de los pobres, los cautivos, los enfermos, los que están tristes; siguiendo la máxima misionera lucana (Cfr. Lc 4, 18). Ir a los que se encuentran solos, como lo narra el evangelio de Mateo, “vio a la multitud, tuvo compasión, porque eran como ovejas dispensar y confundidas, que no tenían pastor” (Mt 9, 36). 

“Al buen pastor se le encomienda el octavo sacramento: administrar la voz del pueblo, escuchar el alarido de las ovejas” (Pedro Casaldáliga). Por eso auguramos hoy a los que guían por sendas de justicia, verdad y paz, a los buenos pastores, aquellos que sacrifican sus vidas para que otros también tengan vida. 

FELIZ DÍA BUEN PASTOR